domingo, 21 de junio de 2015

La historia de Juan: Ella no perdona


A veces quisiera poder escribir una historia de felicidad... Mi tristeza es más fuerte y gana la pelea en el primer round por knockout. Malditas metáforas...Quizás no me entiendas, eres de las personas que tiene un montón de amigos y todo el mundo te saluda cuando vas por la calle, ¿Yo? Yo soy el que pasa por ahí desapercibido como una gota de agua dulce en el inmenso mar salado. ¿Cómo se siente no estar solo? De seguro es algo maravilloso estar rodeado de personas que me hagan enseñar esos dientes perfectos producto de mi ortodoncia, pero, ¡qué estupideces digo!, bueno la verdad es que no sé lo que se siente. Como quisiera ser un pez uno de esos que se los olvida todo como a Dory en Finding Nemo, sería feliz por no tener que recordarme cada día de lo que se siente ser el neurótico más neurótico, el preocuparme por la gente que muere de hambre, por los que nacen sin hogar, por los que no nacen, por los que no tienen la oportunidad de elegir entre reeboks o nikes, o entre Dubái o Mumbai, me preocupo por los que son de mi especie, los que llegaron tarde a la repartición de amor.

“Filling Blue”

Hoy es lunes, un lunes muy gris y lluvioso. Quisiera salir y mojarme el alma tratar de mirar hacia arriba y refutar la hipótesis falsa de que es imposible hacerlo, o no, mejor tomaría un gran paraguas negro y me tomaría una foto de esas que aparecen en New York y tienen como pie If you make it there, you can make it anywhere. Que tonto soy, yo solo quiero que me entiendas, que sepas que yo soy juan, hoy no tan niño, pero el mismo. Este es mi diario así que no debo tener secretos es difícil pero tengo que admitir que mi mayor temor no es cruzar la calle y que un camión de unas cuantas toneladas acabe con mi delgado cuerpo, no me importa que tan cruel sea la muerte conmigo, temo de algo peor, temo de llegar a 80 años tan solo y triste como ahora, le temo a la soledad, le temo a algo más cruel y tortuoso que la muerte, le temo a la vida...Ella no me perdono, tiene el corazón de piedra, frío y duro. Tú que lees el grito de mi alma no pienses que estas invicto, ella no te perdonará…

A ella

Solo, ¿De verdad piensas que estas solo? Solo me siento yo, teniendo el inservible todo que no complementa mi estúpida nada, que viene, me atormenta y me recuerda quien soy. ¿Quién soy? no soy nada, no tengo nada solo una voz que me repite una y otra vez que soy un tonto, lo soy por no haber escapado de esta esférica habitación que me humilla y me apunta con el dedo.

Soy el viento que mueve ese columpio solitario que rechina y retumba en tu cabeza. Soy quien aparece cada vez que te olvidas del mundo y luego te miras al espejo y te dejas cuenta que no eres lo crees ser, que no eres nada, que no eres ni el viento, que eres juan, ese niño tonto que juega con la vida a tener una esperanza, ese que al fin y al cabo ya no es tan niño...

martes, 9 de junio de 2015

Esta es la historia de Juan: El niño que nadie amó



Hola, sé que no te acuerdas de mí, me viste ayer caminando por las calles con mis libros de la escuela en la mano. Lo tengo todo, pero, ¿Sabes qué? No tengo nada, nací en una familia con mucho dinero, pero tan pobre. Ellos lo tienen “todo”, una gran casa, unos cuantos autos, los mejores trabajos, una cuenta de ahorros en Suiza, un Yorkie Terrier de esos que te cuestan un ojo de la cara, una vinera repleta de Cheval-Blanc  para las cenas “familiares” y las actividades sociales, pero sobre todo me tienen a mí, el hijo perfecto.
Definición de hijo perfecto: creación difícilmente planeada, que desarrolla sus años de niñez bajo el más estricto nivel de educación. Debe tocar el piano a la perfección y sobre todo tener las mejores notas de su clase. Tiene horarios estrictos y en su tiempo libre sueña con ser niño.
¿Sabes? ayer cumplí años, fue el mejor cumpleaños de mi vida. Compartí un rato con los niños de la escuela. Ellos no me conocían (aunque yo a ellos si), pero yo creo que les caí bien, intenté hablarles pero no me salió muy bien, así que les toque unas cuantas piezas de Debussy. Me parece que les encantó, hasta se durmieron al final de mi concierto. ¿Interesante no?
A veces me siento como un enfermo mental, tratando de demostrar sentimientos que nadie ve, que nadie siente, que a nadie le interesan. Es como si estuviera en un laberinto sin salida, una tortura constante que me obliga a estar solo y a mirarme en el espejo que no refleja sombra alguna, solo yo; yo contra el mundo y el contra mí.
Ellos, ausentes como siempre, ella en conferencias internacionales de coaching y él de viaje de negocios. Él, solo como nunca, contemplando la luna que lo quiere acompañar, pero lo abandona cada amanecer y lo hace sentir nostálgico bajo la noche infinita.
A veces quisiera donar mi vida a otro que fuera menos pobre que yo y que pueda beneficiarse de su riqueza abnegada. A veces quiero pensar que dejaré de ser un niño pobre, quisiera convencerme a mí mismo que mis noches de soledad y tormento terminarán de repente, pero no puedo, sigo siendo yo, ese niño que viste hoy al salir de tu casa, de tu trabajo, de la universidad, aquel que se muere de hambre y de frío por las noches, aquel cuyo corazón se endurece de miedo y desilusión, aquel cuyos ojos siguen brillando cual roció en verdes pastos que guardan la esperanza de que mañana sea 21 de marzo, aquel barquito de papel sin rumbo, sin patrón y sin amigos, sigo siendo Juan: El niño que nadie amó.

Creo que aún no te acuerdas de mí, es normal, ya no lo intentes…


¡Dinero! Tanta gente pobre y con tanto dinero…